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OCTAVO MES: YA ES POSIBLE IMAGINAR EL PARTO.
LLegando al octavo mes de embarazo la panza está grande y pesa bastante. En esos días se siente que algo presiona en la parte baja del vientre mucho más que en el mes anterior. No es una molestia constante pero por momentos se toma conciencia de que algo diferente está ocurriendo. El médico, confirma que "eso" que presiona es la cabecita del bebé.
"Se ha puesto cabeza hacia abajo... en posición de nacer..., este bebé está buscando el camino, el camino de nacer...". Todo esto da vueltas y vueltas en la cabeza. "Desde que fui al médico y me confirmó que está en esa posición se me cruzan imágenes de que en cualquier momento puede nacer".
Lo esperable es que al final del séptimo mes de embarazo los bebés se ubiquen cabeza para abajo. No todos cumplen con esa fecha; algunos hacen su voltereta antes, otros esperan un poco más y otros después de hacerla se ponen con la cabecita nuevamente hacia arriba. Hasta el último día antes del parto hay tiempo para que los bebes se pongan cabeza para abajo. Unos pocos “no se deciden", o no pueden hacerlo por alguna razón, y entonces se dice que presentan la cola al canal de parto, o que “están de cola”.
Lo cierto es que, se ponga o no el bebé cabeza para abajo, la entrada al octavo mes de embarazo despierta por sí misma bastante movilización emocional, que se puede manifestar en: algunos malestares físicos, temores a no estar preparada para el parto y cierta urgencia por tener todo listo para el bebé.
Nos podríamos preguntar por qué aparece tanta ansiedad y apuro si faltan dos meses para el nacimiento. Es cierto que deben transcurrir sesenta días y sesenta noches para llegar a la fecha probable de parto, pero la sensación que suelen experimentar las mujeres es que a partir de ahora “el bebé puede nacer en cualquier momento”.
Hasta aquí la mirada se dirigió hacia la panza (cuánto crecía, cómo se transformaba, cuánto pesaba...) pero ahora salta en el tiempo y se dirige directamente hacia el parto. Empiezan a imaginar el nacimiento y al bebé afuera, eso las saca un poco de la realidad presente. Es otro tiempo, el de sentir que el hijo puede nacer, de pronto esos dos meses parecen dos días, dos moches, dos horas... qué cerca se siente ese instante, entramos en algo así como una cuenta regresiva: si antes decían “estoy de tantos meses”, ahora casi sin pensar comienzan a decir “faltan dos meses” o “tantas semanas”.
A partir de esta fecha el bebé ya es viable o sea que estaría en condiciones de vivir fuera del útero. Saber esto, aunque nos cause ansiedad, también provoca la alegría de visualizase más cerca de tener al hijo en brazos.
Estas imágenes tan vívidas explican el apremio por preparar el nido lo antes posible, como si muy pronto tuvieran que poner al bebé en su cuna, vestirlo con la ropita que todavía no lavaron, o necesitaran saber pujar cuando aun en el curso no enseñaron como hacerlo. Casi todas las mujeres sienten esta necesidad imperiosa de apurar los preparativos y se ponen mal si no lo pueden lograr.
Al hombre no le ocurre todo esto a esta altura del embarazo y por lo tanto, no siempre logra entender por qué su mujer está tan ansiosa y lo presiona para que saque su biblioteca del cuarto que será del bebé o pinte con urgencia el moisés que les prestaron. Para las mujeres no es tan fácil explicar este apuro que les viene desde adentro, desde allí donde hay un bebé que, de cabeza o de cola, está presionando sobre el “camino de nacer”.
Sin embargo, es bueno tomar consciencia de que, en los dos meses que faltan habrá tiempo para todos los preparativos. Esa sensación de que el bebé puede nacer en cualquier momento no durará más que unos días, lo suficiente para poder pensar en el tiempo real que falta y sentirnos ubicadas en este último tramo del embarazo, que es diferente porque además de sentir que nuestro hijo sigue creciendo en nuestro vientre, vislumbramos su nacimiento y nos encontramos con las ganas de prepararnos par ese momento.
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