jueves, 16 de abril de 2009

Prepararse, también para una cesárea.






Esta foto tiene ya algunos años, es preciosa, esta madre cuando nació su hijo, pudo ver el momento en que "él emergía de las aguas", así me lo dijo, porque bajarón las telas que tenía por delane. Luego, como verán se lo dejaron un momento sobre su pecho, la carita de su hijito junto a la suya, eso para ella fué maravillos.


La cesárea abdominal es la intervención quirúrgica que tiene por objeto extraer al bebé y sus anexos (placenta , membranas, cordón umbilical) a través de una incisión en la pared abdominal y otra en el músculo uterino.

Si el parto evoluciona de un modo deseable, es decir, si la madre y el hijo hacen su trabajo de desprendimiento de tal manera que ambos estén bien y el bebé pueda transitar el canal de parto sin riesgos, el nacimiento se dará por vía baja. Pero si en ese camino aparece algún obstáculo que dificulta seriamente o impide las posibilidades de continuarlo, si el bebé o su madre corren algún riesgo y no se pueden tomar otras medidas que garanticen su integridad, se deberá recurrir a una cesárea abdominal.

Una vez que el bebé está en condiciones de nacer porque ya ha alcanzado la madurez necesaria, lo importante es que pueda separarse bien, nacer sin sufrimientos innecesarios o graves, y algunas veces esto sólo puede darse por una operación cesárea.

Las razones por las cuales se llega a una cesárea son varias. La mayoría de las veces no se puede prever y la decisión se toma en pleno trabajo de parto. Cuando esto ocurre se presenta un momento difícil para la mujer que se ve sorprendida por algo que no esperaba. Por eso es necesario que esté preparada para cambiar de imágenes y comprender que aquél parto por vía baja que deseaba no puede ser, que se ha vuelto imposible y que la cesárea será una solución que permitirá que su hijo nazca sano.

Es necesario reflexionar sobre esta forma de nacer, que es una realidad posible, de la que ninguna mujer está exenta. Incluirla dentro del horizonte personal permitirá cambiar las expectativas puestas sólo en un parto por vía baja para aceptar esa realidad abriéndose a la experiencia que la vida ofrece.

Prepararse para la cesárea supone, no solamente, la necesidad de estar informados acerca del proceso operatorio, sino también la de ir enfrentando los sentimientos de temor y frustración que puedan aparecer ante este hecho.

La mujer necesita reflexionar sobre que la vía a través de la cual nace su hijo, no la define como madre. Que lo será porque tendrá un bebé y a lo largo de muchos días y muchas noches velará por él y le dará lo necesario para que pueda crecer. Puede llegar a sentir que no pudo estar activa pujando en su parto pero deberá saber que ella pujará a su hijo muchas veces a lo largo de la crianza y que muchos de estos pujos serán tan significativos como el parto.

Es cierto que la cesárea exige, además, que la madre soporte en su cuerpo una operación quirúrgica. No sólo sentirá que pierde la posibilidad de un “parto natural” y las expectativas que tenía puestas en él, sino que deberá ir al quirófano -donde su marido puede no estar presente-, aceptar una incisión en su cuerpo, dolores e incomodidades del postoperatorio que le impedirán estar con su bebé cómodamente ese primer día. A pesar de todo esto es necesario aceptar esta solución porque llegado el momento resolverá un problema importante.

Por supuesto, hay que diferenciar las operaciones necesarias de las que se hacen por otros motivos (comerciales o de comodidad) con lo que no estamos de acuerdo.
Lo que buscamos es hacer una buena preparación para vivir el nacimiento del hijo tan intensamente como lo merece ese acontecimiento. Me refiero al nacimiento, no al parto por vía baja o por cesárea. Rescatar el momento del encuentro con el bebe fuera de la panza puede ser realmente maravilloso más allá de la vía a través de la que nace.

Y que la mujer esté preparada, además, para pasar lo mejor posible esa operación que le toca vivir, consciente del hecho que está protagonizando el nacimiento junto a los profesionales que la asisten, por su compromiso total con ese hecho.

Protagonizando de otro modo, abriéndose a esa experiencia invistiendo el quirófano de amor, buscando la potencia y la conexión necesarias, será lo le permitirá salir del lugar pasivo que imagina o teme, para ocupar el lugar de la que da a luz de otra forma. Tan llena de vida como la que está en sala de partos y como ella enfrentando sus temores y emocionándose al besar a su hijo por primera vez.

Evitaremos así, pensar que ayudar al hijo a nacer es sólo cuestión de esfuerzo muscular, para poder valorizar nuestra conexión emocional y espiritual en ese nacimiento.
El reconocimiento del hijo separándose y separado de su cuerpo, será un trance por el cual pasará cada madre, sea cual fuere la vía a través del la cual haya nacido. Y ambos vivirán ese desprendimiento con las contradicciones que tienen muchos de los grandes momento de la vida.
La pareja frente a la situación concreta

Existen varios motivos por los cuales los médicos determinan hacer una cesárea. Algunos de ellos pueden ser: que el canal del parto sea estrecho y no permita el paso del bebé, o cuando éste es muy grande y no puede encajarse en él, o si está de “cola” y no se da vuelta a tiempo o si está sufriendo y quiere evitarse un sufrimiento grave, etc..

Cuando el médico comunica la decisión de hacerla, suele aparecer un momento de ansiedad muy importante, que hay que permitirse sentir y a la vez tratar de superar para que la mujer vaya en las mejores condiciones posibles a la sala de operaciones. Prepararse con anterioridad para esta circunstancia, aunque uno sepa que es sólo una posibilidad, permitirá en ese momento adaptarse más rápidamente y pasarlo mejor.

Si hay tiempo, el hombre puede masajear y mimar a su mujer ayudándole a relajarse con imágenes agradables y positivas, quizá le sirva pensar en el momento en que verá a su bebé o que lo tendrá en sus brazos o cualquier otra propuesta que pueda tranquilizarla y relajarla.
Antes de la operación la enfermera le rasurará el pubis y la prepara como corresponde.

La mayoría de los sanatorios no admiten que los maridos estén en las cesáreas de sus esposas, sin embargo, sería ideal que el hombre que así lo desee pudiera acompañar a su mujer en ese trance. Se ha visto que en muchos casas a sido enormemente beneficioso.
Lo más frecuente es que, llegado el momento lleven a la mujer a la sala de operaciones y que él espere en una sala contigua o en la misma habitación en que estaban. Es conveniente que el hombre llame a alguien para que lo acompañe, esto se puede arreglar previamente avisando a algún amigo o pariente que lo llamará en caso que esto suceda.

Ya en el quirófano, las enfermeras ubicarán a la mujer en la camilla de operaciones -este es otro momento un poco difícil porque todavía no se encuentra ahí su médico y puede sentirse sola- luego vendrán el anestesista y las enfermeras para colocarle la anestesia. Sólo en casos de mucha urgencia se usa anestesia total, lo común hoy día es la peridural, que se coloca en la columna y sólo anestesia desde la cintura hacia abajo, de modo que la mujer está despierta y consciente en el nacimiento de su hijo. Se coloca en la columna, la mujer en posición sentada, redondeando la espalda, mientras es sostenida por delante por una enfermera, no duele al ser aplicada.

Recostada nuevamente en la camilla, la elevarán en la zona de los pies y la cabeza quedará levemente más baja. Las enfermeras preparan los campos operatorios cubriendo a la mujer con telas estériles.
Luego llega el médico obstetra y sus ayudantes y comienzan su trabajo, el bebé nace a los diez o quince minutos de comenzada la operación. Generalmente le avisan a la madre dos o tres minutos antes de sacar al bebé, diciéndole "que se prepare que su hijo está por nacer". La emoción y el entusiasmo puede ser tan grande como en un nacimiento por vía baja.
El obstetra, después de sacar al bebé se lo entrega al neonatólogo, quién lo acerca a la cara de la madre para que pueda verlo y besarlo. En algunos casos los revisan antes de mostrárselo. Conviene que charlen previamente con él para conocer su modalidad.

Actualmente, salvo casos de mucha urgencia, la incisión se hace sobre el pubis, en forma transversal y tiene más o menos diez centímetros de largo. Una vez abierta la "puertita" en las paredes abdominales y en el útero, el médico accede directamente al bebé. En casos de urgencia la incisión se hace desde el ombligo hasta el pubis.

Después que el bebé nace, el obstetra saca del útero la placenta y las membranas y sutura el útero y el abdomen y deja perfectamente suturado lo que había cortado. Esto dura alrededor de media hora. En todo el tiempo en que transcurre la operación conviene que la mujer se relaje mentalmente, repitiendo un mantra que conozca o con el siguiente ejercicio: imaginar una flor apoyada sobre el pecho que se mueve con la respiración, el inspirar sus pétalos se levantan y al exhalar se relajan. Es un ejercicio de relajación que conviene practicarlo muchas veces.

Finalizada la operación, la mujer es llevada a su habitación, y si la herida duele le administraran calmantes hasta que su dolor se alivie, aunque no siempre se puede lograr que desaparezca totalmente, si sucediera esto es necesario que la persona que está al lado de la mujer le ayude a relajarse de alguna manera.

Si todo el proceso ha sido muy largo, es probable que el hombre también esté muy cansado y que necesite un tiempo para recuperarse. Es necesario, entonces, que mientras el descanse otra persona esté al lado de la mujer para contenerla y ayudarla. Ella necesitará que se acepten sus quejas y que se la anime suavemente. En pocas horas estará bien y disfrutará de su bienestar y el de su hijo.

Durante el primer día es conveniente no hablar para evitar los gases en los intestinos y recibir solamente a los más íntimos para poder recuperares con tranquilidad. Un bloc y una lapicera pueden resultar útiles para escribir lo que se desee comunicar a los demás. Una almohada debajo de las rodillas o de los muslos le ayudarán a estar más cómoda.

Quién la acompañe, o una nerse, pueden ayudarle a poner el bebé al pecho pocos minutos cada vez. Tratando de que ella pueda apoyarse sobre un costado de su cuerpo, se le colocan almohadas detrás para que pueda mantenerse en esa posición sin esfuerzo. Se apoyará el bebé sobre la cama cerca del pecho y se lo sostendrá el tiempo necesario hasta que el se prenda bien y la madre se sienta cómoda.

En muchos casos por proteger a la madre se ordena que en las primeras horas el bebé
permanezca en la nersery, sin embargo muchas mujeres prefieren que el bebé esté en la habitación aunque no se sientan completamente bien. En ese caso se puede pedir que lo traigan y el papá puede probar descansar con él sobre su pecho, en caso de que lo desee, si está muy cansado puede cuidarlo otra persona que sea buen continente para él. Generalmente el que el bebé esté en la habitación mejora y tranquiliza a la madre.

El malestar por el postoperatorio dura pocas horas. Durante ese tiempo cuesta moverse, a veces por el dolor y otras por temor, son momentos en que hay que usar la relajación como una verdadera terapia, para tolerar el tiempo necesario para la recuperación.

Cuando el médico indique que la mujer puede levantarse de la cama será conveniente, antes de hacerlo, movilizar todo el cuerpo, articulación por articulación suavemente, para recién después intentar levantarse. El primer intento será sólo para sentarse en la cama con las piernas colgando, para lograrlo hay que ponerse sobre el costado del cuerpo cerca del borde de la cama, dejando caer las piernas poco a poco, luego apoyar las manos sobre la cama a la altura del pecho y cintura empujando hasta elevar la parte superior del cuerpo, una vez conseguido esto, quedarse sentada unos minutos y luego recostarse de nuevo. La próxima vez puede intentar pararse después de estar unos minutos sentada, apoyándose en los hombros de alguien con sus brazos hasta apoyar los pies en el piso y con las rodillas semiflexionadas dar pasitos cortos hasta una silla donde pueda sentarse.

El tiempo de estadía en la clínica es de tres a cinco días después del nacimiento y se recomienda que de vuelta en casa se cumplan las indicaciones de reposo y descanso que dé el médico.

















1 comentario:

Diana dijo...

qué buena información. gracias! estoy a pnto de tener a mi primer bebé por cesárea y me emocionó mucho desde ónde encara la tarea de dar a la luz
un abrazo
diana