Querida Claudia:
Hoy viniste a contar tu parto al grupo de embarazadas, tu hija ya tiene un mes, tu cara y la de tu marido destilaban alegría y tu hijita es una hermosura, demos gracias a la vida!.
Todo fue como deseabas o quizá mejor, no habías escatimado esfuerzo en tu preparación, recorriste todos los temores y emociones que se te aparecían y los moviste de lugar, enfrentaste la posibilidad de este parto buscando tus mejores posibilidades y las encontraste, eso es más que bueno. Felicitaciones,
Después que se fueron y medité sobre tu relato tuve ganas de ayudarte a pensar algo:
Tu período dilatante fue muy corto y vos y tu marido trabajaron juntos, muy unidos, con habilidad y concentración.
Vos nos contaste que trabajaste muy concentrada durante las contracciones, te dolían y las podías sobrellevar.
Un rato antes de que comiencen, habías ido a la guardia de maternidad del Sanatorio donde te atendías porque habías roto la “bolsa de las aguas”, el médico te había revisado y les dijo que el parto sería muchas horas después, porque habías roto bolsa y todavía no habían comenzado las contracciones, pero apenas él se fue empezaron fuertes y seguidas.
Después de una hora en esta situación, tu marido fue a avisar a los médicos y seguramente no creyeron que el trabajo de parto se había desencadenado con tanta intensidad porque tardaron una hora en venir a revisarte, (te atendías con los médicos y parteras de la guardia de una Sanatorio de la ciudad de Buenos Aires) cuando llegó la partera y lo hizo se encontró que estabas completando la dilatación y te dijo ya está, ya va a nacer, sólo habían pasado dos horas.
Me parece que fue muy fuerte esto, vos creías que faltaban muchas horas, el impacto emocional fue muy fuerte. Contaste que te “descontrolaste” y que “no colaborabas con los médicos” en ese momento. Es alrededor de ese hecho y esa frase que quiero que meditemos.
Lo primero para decirte es que al último tramo de la dilatación del cuello uterino se le llama período de transición, es una etapa del parto que cuando no hay peridural es muy perturbadora.
Tratá de recordar que sentías y qué palabras decías. Es la etapa de transición entre el período dilatante y el período expulsivo del parto. El cuello termina de dilatarse y si el bebé está bajando bien por el canal de parto, pasa a transitar por la vagina hacia afuera.
En este momento, si no hay anestesia como en tu caso, se puede empezar a sentir la presión del bebé en los músculos perineales, se siente que algo puja por salir presionando todos los órganos de la zona y siempre se vivencia una gran conmoción en todo el ser. El bebé está pidiendo que se abra la puerta un poco más…
Es como si el cuerpo en su inteligencia emocional y biológica supiera que está frente a un acontecimiento trascendente, desde la conciencia la mujer siente y responde a tanta energía que genera en su cuerpo. ¡Qué fuerte es ese momento!.
En ese momento casi todas las mujeres dicen no puedo más, no quiero más, parece que quisieran volver atrás y renunciar a parir. Parece que hay que sobrepasar todo límite para poder parir!
¡Cuántas fantasías concientes e inconcientes se agolparán en la mente!… y muchas dudas y preguntas, ¿Seré capaz?, ¿Será tolerable esta separación? ¿Qué será de mí, de mi cuerpo?, ¿Porqué late tan rápido mi corazón, habrá peligro que le suceda algo malo? ¿Saldrá todo bien? Cada pregunta contiene otras, cuántas no sabemos, en ese momento sólo algunas se harán concientes y sólo algunas se podrán expresar.
Por eso es bueno prepararse para no callar nada, para expresar y preguntar y pedir todo lo que se desea y necesite, esto puede ayudar a desbloquear la energía que tiene que fluir para parir, si algo de lo que una pide no se puede hacer los profesionales lo indicarán oportunamente.
Investigar esto es apasionante. Intentar comprender en alguna medida los malabarismos psíquicos que debe hacer cada mujer para poder sacar al hijo de su cuerpo, para poder separarse y aceptar esa separación. Poco se habla de esto.
¡Entonces vos no te descontrolaste! vos viviste la intensidad de esa energía de transición en ese momento del parto, tuviste el impacto, el aturdimiento y confusión propios de ese estadío del trabajo de parto.
Si tratás de recordar ese momento, seguramente encontrarás que tenías sensaciones fuertes en todo el cuerpo y especialmente en el canal de parto, sensaciones que te atemorizaban, el bebé ya estaba muy abajo, ahí aparecen temores por el propio cuerpo, a que se desgarre la vagina cuando pase el bebe, o temor a que a é le suceda algo malo, temor a no poder parir bien, temor a perderse...
Claudia es tanto lo que en esos momentos sucede… la energía del parto es poderosa, te transforma, se manifiesta en cada contracción que dilata el cuello y empuja el bebé por el canal, cuando la partera te revisó y constatando que se completaba la dilatación te dijo ya está, tomaste de golpe conciencia que tu cuerpo había abierto la puerta.
Los profesionales lo detectaron con un tacto vaginal, pero vos todavía no habías tomado conciencia, por eso esa especie de descontrol, hasta que no llegan los reflejos de pujo la mujer “no sabe” que falta poco, la sensación de pujo es un aviso intenso del cuerpo, está comenzando la expulsión del bebé y una no puede decir “quiero esperar un ratito”, el cuerpo manda claramente, en ese momento lo importante es dejarse llevar, abrir las puertas, animarse a pesar de todo…entregarse a las fuerzas y energías del parto.
Y vos después del primer impacto lo hiciste perfectamente, sólo necesitaste un tiempo de reacomodación para pasar al período expulsivo, y ayudarle a tu hijo a nacer.
Por todo esto te quería también invitar a pensar esa frase “yo en ese momento no colaboraba”, pensando lo anterior el no colaboraba no tiene lugar, aunque dijeras no sabía qué hacer, estaba aturdida, todo está bien, es así, luego una se recobra, los demás te ayudan y podes parir bien. Y desde el punto de vista de la palabra colaboración te quiero decir que son los profesionales los que “colaboran” con la parturienta, no al revés. Seguramente sobre esto hay más para decir pero dejémoslo para otra oportunidad. Cariños para todos.
Graciela Scolamieri
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