martes, 28 de abril de 2009

viernes, 24 de abril de 2009

Primer trimestre del embarazo







Cuando se confirma el embarazo la mayoría de las mujeres comienzan a sentir cambios en su corporeidad. La nidación y desarrollo del embrión en el útero, la placentación y los cambios hormonales propios de ese momento determinan, junto a la incorporación de la idea de tener un hijo, los síntomas que muchas mujeres tienen en el primer trimestre.

Nauseas, vómitos, mareos, pesadez y un cierto ensimismamiento que se manifiesta corporal y psíquicamentente como ganas de estar quieta, recogida, descansando, también las inquietudes emocionales frente a la responsabilidad asumida son parte de la tan importante y necesaria adaptación al embarazo.


Este entramado de sensaciones corporales extrañas, emociones nuevas o conocidas, pero diferentes, temores indefinidos o bien definidos, tienen diferentes modalidades para cada mujer, pero al fin, cada una pasa por ese período en que necesita centrarse en sí misma, dedicarse a aceptar las transformaciones y el esfuerzo que implica la gestación. Muchas veces es un gran esfuerzo, otras más leve y por lo general siempre es muy difícil saber porqué se presenta así.

Sabemos que todo esto le sucede a la embarazada más allá de la alegría que sienta por gestar a su hijo, y además, aunque lo haya esperado y deseado intensamente, incluyendo si hizo largos tratamientos para lograr el embarazo.


Tan grande como la maravilla de darse cuenta que un nuevo ser se desarrolla en su cuerpo, es la sorpresa del esfuerzo que esto exige. Podríamos decir que con la gestación a la mujer se le aparece otro cuerpo y otra vida que tendrá que conocer e ir aceptando paso a paso, es parte de esta historia, cuesta pero vale lo que cuesta.

Cada mujer tendrá conectarse con su cuerpo cambiante, convivir con los “síntomas de embarazo” y encontrar las mejores posibilidades para cada momento, esto puede implicar la imperiosa necesidad de más descanso y el darse tiempo para estar recogida en su mundo interior.


El mundo circundante no siempre entiende estas necesidades y no se apoya lo suficiente a la mujer, debiéramos concretar redes de apoyo y encuentro entre embarazadas para compartir estas vivencias.


En los primeros meses es necesario respetar los estados de poca energía cuando aparezcan, y también los temores hacia ciertos movimientos y esfuerzos. Es lógico que en esa etapa se sientan temores frente al movimiento y se tengan dudas sobre “lo que se puede hacer”, puesto que el estado de embarazo es desconocido para las primerizas, aunque a veces suele sucederles esto mismo a mujeres que ya hayan tenido otros hijos.


Estos temores a veces se ven incrementados porque suelen aparecer al moverse dolorcitos y pequeños tirones en el abdomen que se deben al crecimiento del útero, y que si fueran intensos es necesario consultar al médico.

martes, 21 de abril de 2009

Carta Silvina al empezar su parto



Silvina
Me llamaste, acabas de perder el tapón mucoso y tu médico dijo, después de revisarte haciendo un tacto vaginal que tenés un centímetro y medio de dilatación en el cuello del útero. Falta muy poco, también dijo… Te sentí contenta y bien, esperando el parto que hará nacer a tu hijo.

Hay algo que quiero decirte porque sé que has hecho mucho para estar bien preparada, lo que quiero decirte, por algo que percibí en la conversación telefónica que recién tuvimos, es que si en medio del parto te sentis extraña con vos misma y te parece que eso que te sucede es más fuerte emocionalmente o más doloroso de lo que esperabas, y pienses que nadie te había preparado para eso, es porque estás haciendo tu propia experiencia, tu singular y única experiencia para lo cual tendrás que abrir las puertas de tu percepción, expandiendo tu conciencia.

Es que estarás haciendo tu camino, diferente al de otras mujeres, ese que es solo tuyo y que recorrerás acompañada por tu marido y tu equipo médico.

Nadie podría anticiparte las vivencias de ese acontecimiento, eso es sólo tuyo.

También te acompañarán tus recuerdos y no sólo los concientes,
cuando te estremezcas y sientas algo así como que tus emociones son demasiado conmovedoras, cuando tiembles y no sepas qué sucede, tal vez estés conectándote con lo guardado en algún lugar de vos misma, con la sabiduría de tu propio nacimiento, de tu recorrido existencial e irás comprendiendo el lugar de tu bebé para estar más cerca de él y ayudarle mejor, seguro que eso es parte de lo que puede suceder.

Puede darte miedo lo desconocido, pero no pierdas tiempo en pensar que no sabías de antemano eso que sucede, porque no se puede saber, es algo del devenir que será tuyo. De lo que podes estar segura, en principio, es que podrás hacer cada esfuerzo que sea necesario y si algo no podes te ayudarán las personas que te acompañen.
Te he visto fuerte y decidida, espero que puedas recibir feliz a tu hijo.

Un gran abrazo.
Graciela.

jueves, 16 de abril de 2009

Prepararse, también para una cesárea.






Esta foto tiene ya algunos años, es preciosa, esta madre cuando nació su hijo, pudo ver el momento en que "él emergía de las aguas", así me lo dijo, porque bajarón las telas que tenía por delane. Luego, como verán se lo dejaron un momento sobre su pecho, la carita de su hijito junto a la suya, eso para ella fué maravillos.


La cesárea abdominal es la intervención quirúrgica que tiene por objeto extraer al bebé y sus anexos (placenta , membranas, cordón umbilical) a través de una incisión en la pared abdominal y otra en el músculo uterino.

Si el parto evoluciona de un modo deseable, es decir, si la madre y el hijo hacen su trabajo de desprendimiento de tal manera que ambos estén bien y el bebé pueda transitar el canal de parto sin riesgos, el nacimiento se dará por vía baja. Pero si en ese camino aparece algún obstáculo que dificulta seriamente o impide las posibilidades de continuarlo, si el bebé o su madre corren algún riesgo y no se pueden tomar otras medidas que garanticen su integridad, se deberá recurrir a una cesárea abdominal.

Una vez que el bebé está en condiciones de nacer porque ya ha alcanzado la madurez necesaria, lo importante es que pueda separarse bien, nacer sin sufrimientos innecesarios o graves, y algunas veces esto sólo puede darse por una operación cesárea.

Las razones por las cuales se llega a una cesárea son varias. La mayoría de las veces no se puede prever y la decisión se toma en pleno trabajo de parto. Cuando esto ocurre se presenta un momento difícil para la mujer que se ve sorprendida por algo que no esperaba. Por eso es necesario que esté preparada para cambiar de imágenes y comprender que aquél parto por vía baja que deseaba no puede ser, que se ha vuelto imposible y que la cesárea será una solución que permitirá que su hijo nazca sano.

Es necesario reflexionar sobre esta forma de nacer, que es una realidad posible, de la que ninguna mujer está exenta. Incluirla dentro del horizonte personal permitirá cambiar las expectativas puestas sólo en un parto por vía baja para aceptar esa realidad abriéndose a la experiencia que la vida ofrece.

Prepararse para la cesárea supone, no solamente, la necesidad de estar informados acerca del proceso operatorio, sino también la de ir enfrentando los sentimientos de temor y frustración que puedan aparecer ante este hecho.

La mujer necesita reflexionar sobre que la vía a través de la cual nace su hijo, no la define como madre. Que lo será porque tendrá un bebé y a lo largo de muchos días y muchas noches velará por él y le dará lo necesario para que pueda crecer. Puede llegar a sentir que no pudo estar activa pujando en su parto pero deberá saber que ella pujará a su hijo muchas veces a lo largo de la crianza y que muchos de estos pujos serán tan significativos como el parto.

Es cierto que la cesárea exige, además, que la madre soporte en su cuerpo una operación quirúrgica. No sólo sentirá que pierde la posibilidad de un “parto natural” y las expectativas que tenía puestas en él, sino que deberá ir al quirófano -donde su marido puede no estar presente-, aceptar una incisión en su cuerpo, dolores e incomodidades del postoperatorio que le impedirán estar con su bebé cómodamente ese primer día. A pesar de todo esto es necesario aceptar esta solución porque llegado el momento resolverá un problema importante.

Por supuesto, hay que diferenciar las operaciones necesarias de las que se hacen por otros motivos (comerciales o de comodidad) con lo que no estamos de acuerdo.
Lo que buscamos es hacer una buena preparación para vivir el nacimiento del hijo tan intensamente como lo merece ese acontecimiento. Me refiero al nacimiento, no al parto por vía baja o por cesárea. Rescatar el momento del encuentro con el bebe fuera de la panza puede ser realmente maravilloso más allá de la vía a través de la que nace.

Y que la mujer esté preparada, además, para pasar lo mejor posible esa operación que le toca vivir, consciente del hecho que está protagonizando el nacimiento junto a los profesionales que la asisten, por su compromiso total con ese hecho.

Protagonizando de otro modo, abriéndose a esa experiencia invistiendo el quirófano de amor, buscando la potencia y la conexión necesarias, será lo le permitirá salir del lugar pasivo que imagina o teme, para ocupar el lugar de la que da a luz de otra forma. Tan llena de vida como la que está en sala de partos y como ella enfrentando sus temores y emocionándose al besar a su hijo por primera vez.

Evitaremos así, pensar que ayudar al hijo a nacer es sólo cuestión de esfuerzo muscular, para poder valorizar nuestra conexión emocional y espiritual en ese nacimiento.
El reconocimiento del hijo separándose y separado de su cuerpo, será un trance por el cual pasará cada madre, sea cual fuere la vía a través del la cual haya nacido. Y ambos vivirán ese desprendimiento con las contradicciones que tienen muchos de los grandes momento de la vida.
La pareja frente a la situación concreta

Existen varios motivos por los cuales los médicos determinan hacer una cesárea. Algunos de ellos pueden ser: que el canal del parto sea estrecho y no permita el paso del bebé, o cuando éste es muy grande y no puede encajarse en él, o si está de “cola” y no se da vuelta a tiempo o si está sufriendo y quiere evitarse un sufrimiento grave, etc..

Cuando el médico comunica la decisión de hacerla, suele aparecer un momento de ansiedad muy importante, que hay que permitirse sentir y a la vez tratar de superar para que la mujer vaya en las mejores condiciones posibles a la sala de operaciones. Prepararse con anterioridad para esta circunstancia, aunque uno sepa que es sólo una posibilidad, permitirá en ese momento adaptarse más rápidamente y pasarlo mejor.

Si hay tiempo, el hombre puede masajear y mimar a su mujer ayudándole a relajarse con imágenes agradables y positivas, quizá le sirva pensar en el momento en que verá a su bebé o que lo tendrá en sus brazos o cualquier otra propuesta que pueda tranquilizarla y relajarla.
Antes de la operación la enfermera le rasurará el pubis y la prepara como corresponde.

La mayoría de los sanatorios no admiten que los maridos estén en las cesáreas de sus esposas, sin embargo, sería ideal que el hombre que así lo desee pudiera acompañar a su mujer en ese trance. Se ha visto que en muchos casas a sido enormemente beneficioso.
Lo más frecuente es que, llegado el momento lleven a la mujer a la sala de operaciones y que él espere en una sala contigua o en la misma habitación en que estaban. Es conveniente que el hombre llame a alguien para que lo acompañe, esto se puede arreglar previamente avisando a algún amigo o pariente que lo llamará en caso que esto suceda.

Ya en el quirófano, las enfermeras ubicarán a la mujer en la camilla de operaciones -este es otro momento un poco difícil porque todavía no se encuentra ahí su médico y puede sentirse sola- luego vendrán el anestesista y las enfermeras para colocarle la anestesia. Sólo en casos de mucha urgencia se usa anestesia total, lo común hoy día es la peridural, que se coloca en la columna y sólo anestesia desde la cintura hacia abajo, de modo que la mujer está despierta y consciente en el nacimiento de su hijo. Se coloca en la columna, la mujer en posición sentada, redondeando la espalda, mientras es sostenida por delante por una enfermera, no duele al ser aplicada.

Recostada nuevamente en la camilla, la elevarán en la zona de los pies y la cabeza quedará levemente más baja. Las enfermeras preparan los campos operatorios cubriendo a la mujer con telas estériles.
Luego llega el médico obstetra y sus ayudantes y comienzan su trabajo, el bebé nace a los diez o quince minutos de comenzada la operación. Generalmente le avisan a la madre dos o tres minutos antes de sacar al bebé, diciéndole "que se prepare que su hijo está por nacer". La emoción y el entusiasmo puede ser tan grande como en un nacimiento por vía baja.
El obstetra, después de sacar al bebé se lo entrega al neonatólogo, quién lo acerca a la cara de la madre para que pueda verlo y besarlo. En algunos casos los revisan antes de mostrárselo. Conviene que charlen previamente con él para conocer su modalidad.

Actualmente, salvo casos de mucha urgencia, la incisión se hace sobre el pubis, en forma transversal y tiene más o menos diez centímetros de largo. Una vez abierta la "puertita" en las paredes abdominales y en el útero, el médico accede directamente al bebé. En casos de urgencia la incisión se hace desde el ombligo hasta el pubis.

Después que el bebé nace, el obstetra saca del útero la placenta y las membranas y sutura el útero y el abdomen y deja perfectamente suturado lo que había cortado. Esto dura alrededor de media hora. En todo el tiempo en que transcurre la operación conviene que la mujer se relaje mentalmente, repitiendo un mantra que conozca o con el siguiente ejercicio: imaginar una flor apoyada sobre el pecho que se mueve con la respiración, el inspirar sus pétalos se levantan y al exhalar se relajan. Es un ejercicio de relajación que conviene practicarlo muchas veces.

Finalizada la operación, la mujer es llevada a su habitación, y si la herida duele le administraran calmantes hasta que su dolor se alivie, aunque no siempre se puede lograr que desaparezca totalmente, si sucediera esto es necesario que la persona que está al lado de la mujer le ayude a relajarse de alguna manera.

Si todo el proceso ha sido muy largo, es probable que el hombre también esté muy cansado y que necesite un tiempo para recuperarse. Es necesario, entonces, que mientras el descanse otra persona esté al lado de la mujer para contenerla y ayudarla. Ella necesitará que se acepten sus quejas y que se la anime suavemente. En pocas horas estará bien y disfrutará de su bienestar y el de su hijo.

Durante el primer día es conveniente no hablar para evitar los gases en los intestinos y recibir solamente a los más íntimos para poder recuperares con tranquilidad. Un bloc y una lapicera pueden resultar útiles para escribir lo que se desee comunicar a los demás. Una almohada debajo de las rodillas o de los muslos le ayudarán a estar más cómoda.

Quién la acompañe, o una nerse, pueden ayudarle a poner el bebé al pecho pocos minutos cada vez. Tratando de que ella pueda apoyarse sobre un costado de su cuerpo, se le colocan almohadas detrás para que pueda mantenerse en esa posición sin esfuerzo. Se apoyará el bebé sobre la cama cerca del pecho y se lo sostendrá el tiempo necesario hasta que el se prenda bien y la madre se sienta cómoda.

En muchos casos por proteger a la madre se ordena que en las primeras horas el bebé
permanezca en la nersery, sin embargo muchas mujeres prefieren que el bebé esté en la habitación aunque no se sientan completamente bien. En ese caso se puede pedir que lo traigan y el papá puede probar descansar con él sobre su pecho, en caso de que lo desee, si está muy cansado puede cuidarlo otra persona que sea buen continente para él. Generalmente el que el bebé esté en la habitación mejora y tranquiliza a la madre.

El malestar por el postoperatorio dura pocas horas. Durante ese tiempo cuesta moverse, a veces por el dolor y otras por temor, son momentos en que hay que usar la relajación como una verdadera terapia, para tolerar el tiempo necesario para la recuperación.

Cuando el médico indique que la mujer puede levantarse de la cama será conveniente, antes de hacerlo, movilizar todo el cuerpo, articulación por articulación suavemente, para recién después intentar levantarse. El primer intento será sólo para sentarse en la cama con las piernas colgando, para lograrlo hay que ponerse sobre el costado del cuerpo cerca del borde de la cama, dejando caer las piernas poco a poco, luego apoyar las manos sobre la cama a la altura del pecho y cintura empujando hasta elevar la parte superior del cuerpo, una vez conseguido esto, quedarse sentada unos minutos y luego recostarse de nuevo. La próxima vez puede intentar pararse después de estar unos minutos sentada, apoyándose en los hombros de alguien con sus brazos hasta apoyar los pies en el piso y con las rodillas semiflexionadas dar pasitos cortos hasta una silla donde pueda sentarse.

El tiempo de estadía en la clínica es de tres a cinco días después del nacimiento y se recomienda que de vuelta en casa se cumplan las indicaciones de reposo y descanso que dé el médico.

















lunes, 13 de abril de 2009

Preparar a los niños para la mudanza de casa.




Leonora preguntó en la última reunión cómo preparar a Milena de seis meses para la mudanza de casa, como no hubo tiempo suficiente para hablar el tema, le escribí una carta.

Leonora, como estas?

Me quedé pensando en lo que peguntaste sobre como preparar a Milena para la mudanza, y me parece que sería bueno que empieces a contarle a ella algunas cosas sobre la nueva casa, todo lo que a vos y a tu marido les gusta y cómo ustedes están haciendo esfuerzos para construir esa casa lo más linda y cómoda posible para la familia.


Contale detalles como si le hicieras un cuentito, llevala alguna vez para que la vaya viendo, por ejemplo en un lindo día de sol, dale ahí la teta o el yoghurt, hacé con ella alguna cosa allí, mostrale lo que esté en mejores condiciones y decile que ahí van a vivir los tres cuando esté terminada y se muden, contale que ustedes están llenando de amor ese lugar para que los reciba bien.


También explicale que las mudanzas son un poco complicadas, que hay que preparar todo lo que tienen en esta casa para llevarlo a la nueva y que ella va a participar de eso como de muchas otras cosas que vivirán juntos en la vida, que no tiene que temer, en la nueva casa va a tener todo lo que necesita y mejores lugares que ahora y que planean disfrutarla mucho los tres juntos.

Hablale del jardín y si se puede llevala a jugar ahí y contale que ese será un lugar en el que estarán mucho jugando y pasádola bien.


El día de la mudanza si la cuida alguien en otra lugar es mejor, pero también ese día explicale de lo que harán y ayudale a despedirse de su primera casa y agradecer lo que allí vivieron en este tiempo. Lo bebes son muy fuertes si uno les ayuda a elaborar las cosas, vinieron para vivir con sus padres los avatares de la vida y tienen energía para eso.

Un beso grande Gra.










jueves, 9 de abril de 2009

Carta II- Claudia vino a presentarnos a su bebé y nos contó su parto.

Querida Claudia:

Hoy viniste a contar tu parto al grupo de embarazadas, tu hija ya tiene un mes, tu cara y la de tu marido destilaban alegría y tu hijita es una hermosura, demos gracias a la vida!.

Todo fue como deseabas o quizá mejor, no habías escatimado esfuerzo en tu preparación, recorriste todos los temores y emociones que se te aparecían y los moviste de lugar, enfrentaste la posibilidad de este parto buscando tus mejores posibilidades y las encontraste, eso es más que bueno. Felicitaciones,

Después que se fueron y medité sobre tu relato tuve ganas de ayudarte a pensar algo:

Tu período dilatante fue muy corto y vos y tu marido trabajaron juntos, muy unidos, con habilidad y concentración.

Vos nos contaste que trabajaste muy concentrada durante las contracciones, te dolían y las podías sobrellevar.

Un rato antes de que comiencen, habías ido a la guardia de maternidad del Sanatorio donde te atendías porque habías roto la “bolsa de las aguas”, el médico te había revisado y les dijo que el parto sería muchas horas después, porque habías roto bolsa y todavía no habían comenzado las contracciones, pero apenas él se fue empezaron fuertes y seguidas.

Después de una hora en esta situación, tu marido fue a avisar a los médicos y seguramente no creyeron que el trabajo de parto se había desencadenado con tanta intensidad porque tardaron una hora en venir a revisarte, (te atendías con los médicos y parteras de la guardia de una Sanatorio de la ciudad de Buenos Aires) cuando llegó la partera y lo hizo se encontró que estabas completando la dilatación y te dijo ya está, ya va a nacer, sólo habían pasado dos horas.

Me parece que fue muy fuerte esto, vos creías que faltaban muchas horas, el impacto emocional fue muy fuerte. Contaste que te “descontrolaste” y que “no colaborabas con los médicos” en ese momento. Es alrededor de ese hecho y esa frase que quiero que meditemos.

Lo primero para decirte es que al último tramo de la dilatación del cuello uterino se le llama período de transición, es una etapa del parto que cuando no hay peridural es muy perturbadora.

Tratá de recordar que sentías y qué palabras decías. Es la etapa de transición entre el período dilatante y el período expulsivo del parto. El cuello termina de dilatarse y si el bebé está bajando bien por el canal de parto, pasa a transitar por la vagina hacia afuera.

En este momento, si no hay anestesia como en tu caso, se puede empezar a sentir la presión del bebé en los músculos perineales, se siente que algo puja por salir presionando todos los órganos de la zona y siempre se vivencia una gran conmoción en todo el ser. El bebé está pidiendo que se abra la puerta un poco más…

Es como si el cuerpo en su inteligencia emocional y biológica supiera que está frente a un acontecimiento trascendente, desde la conciencia la mujer siente y responde a tanta energía que genera en su cuerpo. ¡Qué fuerte es ese momento!.

En ese momento casi todas las mujeres dicen no puedo más, no quiero más, parece que quisieran volver atrás y renunciar a parir. Parece que hay que sobrepasar todo límite para poder parir!

¡Cuántas fantasías concientes e inconcientes se agolparán en la mente!… y muchas dudas y preguntas, ¿Seré capaz?, ¿Será tolerable esta separación? ¿Qué será de mí, de mi cuerpo?, ¿Porqué late tan rápido mi corazón, habrá peligro que le suceda algo malo? ¿Saldrá todo bien? Cada pregunta contiene otras, cuántas no sabemos, en ese momento sólo algunas se harán concientes y sólo algunas se podrán expresar.

Por eso es bueno prepararse para no callar nada, para expresar y preguntar y pedir todo lo que se desea y necesite, esto puede ayudar a desbloquear la energía que tiene que fluir para parir, si algo de lo que una pide no se puede hacer los profesionales lo indicarán oportunamente.

Investigar esto es apasionante. Intentar comprender en alguna medida los malabarismos psíquicos que debe hacer cada mujer para poder sacar al hijo de su cuerpo, para poder separarse y aceptar esa separación. Poco se habla de esto.

¡Entonces vos no te descontrolaste! vos viviste la intensidad de esa energía de transición en ese momento del parto, tuviste el impacto, el aturdimiento y confusión propios de ese estadío del trabajo de parto.

Si tratás de recordar ese momento, seguramente encontrarás que tenías sensaciones fuertes en todo el cuerpo y especialmente en el canal de parto, sensaciones que te atemorizaban, el bebé ya estaba muy abajo, ahí aparecen temores por el propio cuerpo, a que se desgarre la vagina cuando pase el bebe, o temor a que a é le suceda algo malo, temor a no poder parir bien, temor a perderse...

Claudia es tanto lo que en esos momentos sucede… la energía del parto es poderosa, te transforma, se manifiesta en cada contracción que dilata el cuello y empuja el bebé por el canal, cuando la partera te revisó y constatando que se completaba la dilatación te dijo ya está, tomaste de golpe conciencia que tu cuerpo había abierto la puerta.

Los profesionales lo detectaron con un tacto vaginal, pero vos todavía no habías tomado conciencia, por eso esa especie de descontrol, hasta que no llegan los reflejos de pujo la mujer “no sabe” que falta poco, la sensación de pujo es un aviso intenso del cuerpo, está comenzando la expulsión del bebé y una no puede decir “quiero esperar un ratito”, el cuerpo manda claramente, en ese momento lo importante es dejarse llevar, abrir las puertas, animarse a pesar de todo…entregarse a las fuerzas y energías del parto.

Y vos después del primer impacto lo hiciste perfectamente, sólo necesitaste un tiempo de reacomodación para pasar al período expulsivo, y ayudarle a tu hijo a nacer.

Por todo esto te quería también invitar a pensar esa frase “yo en ese momento no colaboraba”, pensando lo anterior el no colaboraba no tiene lugar, aunque dijeras no sabía qué hacer, estaba aturdida, todo está bien, es así, luego una se recobra, los demás te ayudan y podes parir bien. Y desde el punto de vista de la palabra colaboración te quiero decir que son los profesionales los que “colaboran” con la parturienta, no al revés. Seguramente sobre esto hay más para decir pero dejémoslo para otra oportunidad. Cariños para todos.
Graciela Scolamieri

Carta I - A Claudia, después del primer encuentro.



Esta carta ya tiene unos años, pero la encontré guardada y me parece que será un relato importante para algunas mujeres.


Claudia


Ayer nos conocimos, vos estas embarazada de seis meses y llegaste a mí porque una amiga tuya, ella es partera y también fué alumna mía.

Cuando me llamaste para concertar nuestra primera entrevista me dijiste que era tu segundo embarazo y que estabas empezando a tener mucho miedo al próximo parto, porque en el anterior habías tenido una mala experiencia y ese recuerdo, al acercarte a este, hacía que te angusties bastante.

Hablamos mucho ayer porque a la entrevista individual que tuvimos se sumó la conversación que seguimos cuando llegó María Inés, que es una integrante del grupo de las diez de la mañana al cual te integraste.

El día era muy lluvioso y oscuro, supongo que por eso faltaron otras embarazadas que forman parte de ese grupo, pero en este caso funcionó el “no hay mal que por bien no venga” como dice el refrán, y pudimos seguir con el tema que habíamos iniciado antes, ya que María Inés venía con necesidad de hablar de cosas muy parecidas a las que a vos te conmovían.
Ella como vos espera su segundo hijo, pero a ella le faltan sólo 15 días para el parto.

Vos contaste preocupada, casi avergonzada, que llorabas por “cualquier cosa” y que eso te sucedía especialmente cuando te conectabas con el parto, sabes que me alegró mucho cuando al final de la clase de trabajo corporal retomamos ese tema y te diste cuenta que las emociones que te hacían llorar no siempre eran provocadas por angustia y malos recuerdos, sino que también aparecían emociones de amor y alegría que te hacían llegar hasta las lágrimas.

Cuesta reconocer tanta sensibilidad, tanta apertura emocional que tienen las embarazadas, que les plantea otra relación con el mundo, con los demás. ¡Qué alivio sentiste cuando M. Inés te contó que le pasaba lo mismo, y pudiste ver, además, en algún momento sus ojos llenos de lágrimas!

La sensibilidad espiritual aumenta, la capacidad de mayor conexión con las cosas profundas de la vida, la capacidad de “ver y sentir” lo que habitualmente no se ve ni se siente.

El estar continuamente en contacto con el misterio que es gestar un hijo dentro del propio cuerpo, el sentirlo moverse en las propias entrañas, las alegrías, los temores hacen que las embarazadas vivan intensamente emocionadas.

Muchas de esas emociones tienen que ver con la felicidad, con la noción de estar intensamente vivas y que el hijo también lo esté, y otras por supuesto, con el miedo de perder algo de todo eso o por el temor a enfrentar situaciones difíciles.

Lo que quiero destacar es que no siempre es angustia lo que hace llorar. Es importante esclarecer este tema y reconocer que pertenecemos a un mundo en que nos enseñaron a ocultar las emociones y a controlarlas como si fueran algo malo y vergonzoso. Es fuerte esto porque muchas veces implica que no podemos aceptar ni gozar lo que nos pertenece.

En la entrevista:

Me contaste lo difícil que te resultó transitar el parto anterior, una imagen que me quedó de tu relato es la que muestra la sensación de manipulación de tu cuerpo que sentiste en aquel momento.

Al llegar al sanatorio no sabías lo que te iba a suceder, no sabías de ninguna de las intervenciones que harían los profesionales que te atendieron, debo suponer, porque no te lo pregunté, que tu preparación había sido corta, no sabías de la enema y el rasurado que te hicieron, por suerte, actualmente estas intervenciones ya casi no se usan, para vos fueron muy desagradables. No sabías de las vías endovenosas y la estimulación a las contracciones.

Te dolieron mucho las contracciones de dilatación, sentías que no querías estar ahí, nadie te ayudo a posesionarte de tu parto y tu marido tan inexperto como vos tampoco pudo ayudarte y como si todo esto fuera poco, cuando nació tu bebe no pudiste tenerlo sobre el pecho porque estabas exhausta, y luego te sentiste muy culpable por no poder recibirlo amorosamente como hubieses deseado o como creías que debía ser.

Claudia son muchas cosas para revisar, lo haremos poco a poco en las próximas reuniones, para que puedas llegar a tu próximo parto de un modo diferente, con otro nivel de conciencia y puedas vivirlo de otro modo.

Seguramente vas a sentir algún temor, cómo no sentirlo frente a un hecho tan fuerte como ese!… pero creo que podrás prepararte para esperar tu parto con confianza en la vida, en vos y en la mayor experiencia que tenés ahora, en tu marido y en los profesionales que te atenderán. Para eso hay que trabajar, dedicándole tiempo a la preparación física, emocional y mental.

Ante un segundo parto hay muchas ventajas, en primer lugar ya sabes de que se trata porque ya pasaste por otro, y aunque te hayan quedado malos recuerdos igual se puede hacer una buena preparación, usando esos recuerdos positivamente. Podemos trabajar sobre tu capacidad actual de pensar y organizar un parto diferente.

Hay muchas cosas de un parto que se pueden preparar, prevenir, pensar como uno quiere que sean y otras que no, esas son sobre las cuales no tenemos control, esto quiere decir que vos harás todo lo posible por estar bien dispuesta y preparada pero que la vida dirá como serán.

Entonces lo importante es prepararse para el parto que se presente. Si será largo, corto, si comenzará de noche o de día, si todo será fácil o si los profesionales tendrán que realizar alguna intervención especial no lo sabemos de antemano, pero sí sabemos que podes poner tu intención en predisponerte bien y prepararte para vivir lo mejor posible cada paso.

Claudia es fuerte emocionalmente hablar y pensar en el parto, en el nacimiento del hijo, son de los hechos más importantes de la existencia, cómo no conmoverse, cómo no asustarse a veces.

El temor por una misma, al dolor, al sufrimiento, el temor por el hijo por momentos invadirán, es así, se pesentan, es como en otras cosas de la vida, pero más fuerte. En otros momentos podrás conectarte con la esperanza, con la alegría y con tus fuerzas para parir a tu hijo, sin grandes inconvenientes, eso iluminará la oscuridad.

Te prepararás para dejarte llevar por la energía del parto, para aceptar los momentos difíciles, para confiar en tu energía vital, tal vez en algún momento tengas que dejarte ir más allá de lo habitual, usar tus reservas escondidas, trascender la conciencia individual y aceptar ser camino de la vida que se manifiesta en vos y en un nuevo ser.

Preparate también para el esfuerzo, sin temor al esfuerzo o tal vez sin temor a no tener fuerzas, ellas vendrán eso lo sabes, tal vez haya que entregarse más a esa energía del parto, dejarse llevar, tolerar que habite tu cuerpo, que se manifieste en contracciones intensas, fuertes, dolorosas que dilaten tu útero y empujen y ayuden al bebé a nacer.

Es necesario disponerse a aceptar tanta energía que aparece, aunque te parezca que te da vuelta. Quizá tengas que pensar y elaborar mucho ese tema. Esa energía es tuya, de tu hijo y del universo. Preparate para ser protagonista por entregarte al parto, pero sin exigencia, aunándote con tu hijo en el esfuerzo de la separación, aceptando la transmutación que se está produciendo.

El haber pasado por un parto, hace que sepas, que durante el trabajo en muchos momentos se puede sentir que se está yendo más allá de los propios límites, que la exigencia física como emocional es muy fuerte, que aparecen sensaciones que asustan mucho, que se siente que no hay registro perceptivo para tanta cosa que está sucediendo en el propio cuerpo, por eso a veces las mujeres preguntan ¿qué es esto? ¿Qué me está sucediendo? Pidiendo una explicación que ponga palabras a tan enorme movimiento de energía, pidiendo una clave que les permita entender el proceso del cual forman parte. Claudia tal vez sea ese el momento de dejarte llevar por las fuerzas que se están manifestando, usar todo lo que aprendiste, especialmente las técnicas de concentración en la respiración o cualquier cosa que se te pueda ocurrir en ese momento que te permita sentir que podes entregarte a tu parto.

Decíamos que en algún momento podes sentir que se te acaban las fuerzas, eso les pasa a casi todas las mujeres, no te asustes por eso, luego se comprueba que hay energías hasta el final, que en el momento en que parece que uno está exhausta siempre hay una reserva escondida a donde recurrir y siempre hay otros, tu marido, los profesionales que de uno u otro modo te infunden la fuerza que necesitas, te darán imágenes, palabras o caricias que te llenarán de confianza y energía.

Creo que es importante que te prepares, espiritual, emocional y físicamente integrando todas las áreas de tu ser. Muchas veces en la preparación para el parto no se consideran suficientemente la emociones que se van a vivir en ese momento, y sin embargo me parece eso imprescindible. No podemos dejar de hablar de las ansiedades sobre el propio cuerpo, los temores por el bebé, el miedo al dolor, el dolor emocional y el miedo a la separación que de una u otra forma se presentan en ese momento. Si bien cada mujer es diferente y también lo es cada parto y cada situación, siempre habrá una intensa movilización emocional para la cual una mujer puede prepararse. Seguiremos con este tema.

Cariños
Graciela